EL MONSTRUO
Era su territorio y ejercía
sobre él su derecho
con sus ojos de monstruo - monstruo noble,
entendámonos -
que no parpadeaban, sus escamas de monstruo
y su perseverancia.
Podía llegarse sólo hasta la cima, su ámbito
admitido o pactado, pero no rebasarlo.
Inútilmente alguien
advirtió del peligro, de un acecho que me sobrecogía.
Él seguía en lo suyo.
* María Victoria Atencia . Las contemplaciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario